En el comienzo de la nueva gestión predominaron las luces. Entre los principales aciertos del Gobierno figuran la eliminación del cepo cambiario, la corrección de precios relativos, una política exterior de reinserción global, la salida del default y la adopción de un programa de metas fiscales y de inflación. Sin embargo, las medidas adoptadas también provocaron sombras. La aceleración inflacionaria, que se tradujo en un importante retroceso del salario real sin dudas encabeza la lista de los efectos indeseados. Otro aspecto negativo del balance es la baja de la actividad económica, producto de la caída del poder adquisitivo, las elevadas tasas de interés y la restricción crediticia.
En este marco, y tras el éxito logrado en los mercados financieros internacionales, el Gobierno deberá concentrar su mirada en la agenda productiva. Por el lado sectorial, el agro y sus encadenamientos (molienda, agroquímicos y maquinaria agrícola) se perfilan como los ganadores. También cobrarán impulso los sectores asociados a la infraestructura, como la energía, la minería, el petróleo y el gas, y el transporte.
Así, a partir de 2017, el horizonte se vislumbra más alentador, con la premisa de que el Gobierno logrará terminar de ordenar la macro y sumarle una agenda de desarrollo. La Argentina tiene chances de volver a crecer a un ritmo cercano al 4% anual (superando el crecimiento global promedio). La principal fuente de impulso será la inversión, que debería ir ganando participación en el PIB hasta aportar casi la mitad del crecimiento en 2018.
El Gobierno ha puesto en marcha un cambio de rumbo que revitaliza la economía. Pero este camino no está exento de obstáculos y desafíos. La calidad de las políticas y los consensos alcanzados serán determinantes para que se logre llegar a buen puerto. En lo inmediato, que la economía no demore en repuntar y que la inflación ingrese en un sendero declinante con estabilidad del sistema cambiario serán claves para descomprimir tensiones y aumentar las chances de éxito del programa. En paralelo, no habrá que descuidar la agenda de mediano plazo que incluye el desarrollo del mercado de capitales, la motorización de las actividades productivas y un nuevo patrón de inserción internacional. Que esto suceda será clave para generar una mejora del crecimiento potencial que dote de sustentabilidad al proceso de expansión.
(*) Director de ABECEB / Ex secretario de Industria y Minería de la Nación
En este marco, y tras el éxito logrado en los mercados financieros internacionales, el Gobierno deberá concentrar su mirada en la agenda productiva. Por el lado sectorial, el agro y sus encadenamientos (molienda, agroquímicos y maquinaria agrícola) se perfilan como los ganadores. También cobrarán impulso los sectores asociados a la infraestructura, como la energía, la minería, el petróleo y el gas, y el transporte.
Así, a partir de 2017, el horizonte se vislumbra más alentador, con la premisa de que el Gobierno logrará terminar de ordenar la macro y sumarle una agenda de desarrollo. La Argentina tiene chances de volver a crecer a un ritmo cercano al 4% anual (superando el crecimiento global promedio). La principal fuente de impulso será la inversión, que debería ir ganando participación en el PIB hasta aportar casi la mitad del crecimiento en 2018.
El Gobierno ha puesto en marcha un cambio de rumbo que revitaliza la economía. Pero este camino no está exento de obstáculos y desafíos. La calidad de las políticas y los consensos alcanzados serán determinantes para que se logre llegar a buen puerto. En lo inmediato, que la economía no demore en repuntar y que la inflación ingrese en un sendero declinante con estabilidad del sistema cambiario serán claves para descomprimir tensiones y aumentar las chances de éxito del programa. En paralelo, no habrá que descuidar la agenda de mediano plazo que incluye el desarrollo del mercado de capitales, la motorización de las actividades productivas y un nuevo patrón de inserción internacional. Que esto suceda será clave para generar una mejora del crecimiento potencial que dote de sustentabilidad al proceso de expansión.
(*) Director de ABECEB / Ex secretario de Industria y Minería de la Nación