Esa deuda surge
por la retención indebida del impuesto a la transferencia de
combustibles (ITC), que debía girar la empresa Oil Combustibles a la
AFIP, pero que empleó para financiar la expansión de su grupo
económico. Se trata de sumas de dinero que abonan los consumidores
al cargar combustible y que las empresas perciben por cuenta y orden
del organismo recaudador.
Diputados
nacionales de Cambiemos han señalado que se presentarán ante la
Justicia para que impulse la investigación por presunta asociación
ilícita contra los Kirchner, López, Lázaro Báez y otros.
En el mismo
sentido, el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, sostuvo que la AFIP va a
embargar activos de la empresa evasora, y que de ninguna forma
adoptar medidas sobre el particular puede considerarse una
maniobra de persecución política.
Lo insólito es
que Fabián De Souza, ex socio de Cristóbal López, pretendió que
esa operación era legal. Preguntado por un diario: "¿Usted
dice entonces que dejar de pagar impuestos para financiarse no es
ilegal?", respondió: "Es absolutamente legal. Lo que hemos
hecho es tomar en los momentos que correspondían los planes de pagos
a largo o a corto plazo que necesitábamos para obtener recursos
financieros por quebrantos de la compañía o para alguna decisión
de inversión que correspondiera a generar mayor valor en el Grupo.
Son todos planes que quedaron vigentes. Y esta es una operatoria que
hacen todas las empresas", aseguró.
Esta increíble
declaración solo puede concebirse a partir del sentimiento de
impunidad que le dieron tantos años de usar al Estado como conducto
para los más turbios negociados. Es imposible que una práctica como
esa, realizada por una gran empresa a lo largo de un extenso período,
no fuera conocida por las autoridades de la AFIP. Hay mecanismos
excepcionales que las empresas en crisis pueden emplear, pero en este
caso se trató de una práctica realizada a lo largo de muchos años.
El hecho es un
ejemplo más de los miles que abonan la existencia de un capitalismo
de amigos, propio de un país corporativo y retrógrado. El
capitalismo, con reglas claras, sin privilegios y con efectiva
competencia, es un sistema económico que favorece más que ningún
otro la creación de riqueza. Combinado con una diligente actuación
estatal destinada a impedir los monopolios y a favorecer la equidad
social, genera sociedades dinámicas, con alta calidad de vida. Su
contracara es el modelo de los Kirchner, destinado a que ellos y un
grupo de amigos se apropien de los resortes de la vida económica y
destruyan los incentivos para las inversiones genuinas, sin las
cuales no aumenta el empleo ni suben los ingresos de los
trabajadores. Los López, los Báez y tantos otros son la grotesca
caricatura del empresariado creativo, innovador y sano que
necesitamos.
Este escándalo
no puede permanecer también impune. No se trata de perseguir a
nadie. Se trata de garantizar el principio de igualdad ante la ley,
base de la República.