EL MUNDO EN 2015 Por Jorge R. Enríquez


Sin dudas, la noticia que más sacudió al mundo en 2015 fue la ola de atentados del terrorismo en París.
El del terrorismo es un fenómeno perverso que debe ser atacado sin vacilaciones. La excusa de las convicciones religiosas es un mero disfraz de los fanáticos que desprecian la dignidad de la vida humana. Nada más alejado de las grandes religiones monoteístas que ese culto de la violencia irracional.
Por eso mismo, hay que hacer los mayores esfuerzos para que esos actos de barbarie no sean percibidos como lo que no son: actos del islamismo. 
El islamismo, como el cristianismo y el judaísmo, son religiones del amor, no del odio. Los conflictos que tuvieron en el pasado son artículos de museo, como lo prueba el éxito de iniciativas como el Instituto del Diálogo Interreligioso.
Lamentablemente, ese espíritu aún no se ha hecho carne en las posiciones extremas que impiden que la paz y la convivencia reinen en Medio Oriente, pero no hay que cejar en todos los intentos, como el que viene promoviendo Francisco.
Otra de las grandes acciones de su papado fue el impulso al deshielo entre los Estados Unidos y Cuba, que han dado pasos inesperados tan solo un tiempo atrás para retomar sus relaciones. Esa distensión debería irradiarse a otras zonas de conflicto en América.
En Europa, un tema preocupante ha sido - y lo seguirá siendo - el de los refugiados. Hay razones humanitarias que el Viejo Continente no puede desconocer, si bien es natural que se regulen y administren los flujos inmigratorios. 
En España, la larga crisis económica derivó en una situación política inédita, con serios desafíos al tradicional bipartidismo con la aparición de dos fuerzas más que disputan el poder, Podemos y Ciudadanos. Las últimas elecciones arrojaron una notable fragmentación en las Cortes, lo que impide por ahora la formación de gobierno. La persistencia de un partido populista como Podemos no augura nada nuevo para la política y la economía de ese país, tensionado además por los reclamos de soberanía de Cataluña.
En los Estados Unidos se ha desarrollado la campaña previa a las primarias que comenzarán próximamente. El liderazgo de una figura xenófoba como Donald Trump en el Partido Republicano no parece favorecer las chances de esta fuerza si, como sucede habitualmente, en las elecciones triunfan los candidatos que se mantienen en el centro. Por el lado de los Demócratas, Hillary Clinton es actualmente la favorita.
En Sudamérica, el eje bolivariano parece cada vez menos poderoso. Los problemas del chavismo en Venezuela son públicos y notorios: deberá gobernar con mayoría adversa en la Asamblea. Es una lástima que en esa situación hayan salido a la luz problemas entre el ala moderada y el ala radical de la oposición.
Brasil presenta un frente interno muy complicado. La economía acumula graves dificultades. En ese contexto, la enorme corrupción del PT ha debilitado a Dilma en su segundo mandato, a punto de colocarla al borde del impeachment. El ajuste que practicó apenas fue reelecta, a contramano de lo que había prometido en la campaña, la debilita todavía más. En las últimas semanas reemplazó a un ministro liberal por uno heterodoxo, lo que no hace más que sumar confusión.
Lo que pasa en Brasil, el gigante de la región, repercute necesariamente en los países vinculados. 
Para los países emergentes, parece haber quedado atrás la década de bonanza que de forma tan torpe dilapidó el kirchnerismo. Habrá que actuar con gran racionalidad y robustecer la seguridad jurídica. El crecimiento no llegará del cielo, sino de nuestro esfuerzo.