Las
elecciones que en distintos distritos tuvieron lugar el domingo
pasado marcaron una clara tendencia favorable a un cambio respecto
del oficialismo nacional. Es cierto que no se pueden extrapolar
linealmente situaciones locales al ámbito del país en su
conjunto, pero cuando los datos son -como los indicios en el proceso
penal- "claros, precisos y concordantes" sería necio no
advertir la existencia de una corriente general que va gestando
nítidamente una alternativa.
Por
eso, hay que destacar que en la reciente jornada electoral votó el
21,5 % del padrón nacional, y que mientras Cambiemos (PRO, UCR y CC)
obtuvo una contundente victoria alzándose con el 44 % de los votos,
el Frente para la Victoria obtuvo tan sólo un magro 24 %.
Solo
en La Rioja, y merced al uso del clientelismo en gran escala y una
infinidad de listas colectoras que confundían al votante, pudo el
kirchnerismo exhibir un trabajoso triunfo, que le permitió a Scioli
sacarse una foto con un candidato ganador, aunque se tratara de un
distrito de escasa relevancia en términos electorales.
En la Ciudad de
Buenos Aires el electorado volvió a respaldar en forma contundente
al PRO, que obtuvo el 45,5% de los sufragios. La fórmula Rodríguez
Larreta-Santilli se enfrentará en el ballotage con la de ECO,
Lousteau-Sánchez, que quedó en el segundo lugar, con el 25,5%. Por
primera vez en muchos años, el kirchnerismo, representado por
Recalde-Santoro, fue relegado al tercer puesto, con el 21,9.%.
Hubo algunas
especulaciones en torno a si Martín Lousteau se presentaría a la
segunda vuelta, dada la gran diferencia que mantiene con Horacio
Rodríguez Larreta, pero el postulante de ECO aseguró que se
mantendrá en carrera. Así lo establece la Constitución porteña.
Solo en una oportunidad el segundo se retiró. Fue Domingo Cavallo,
cuando Aníbal Ibarra obtuvo más del 49% de los votos.
De cualquier
manera, el candidato del PRO aparece como el gran favorito. Está a
solo 4,5 puntos del 50% y tiene un electorado muy consolidado.
Lousteau debería sumar a casi la totalidad de los votantes de las
otras fuerzas opositoras al PRO. Es algo muy improbable. Obtendrá
parte de ese caudal, pero otra parte se inclinará por el voto en
blanco o se abstendrá de concurrir a votar. Esto solo ya pone a
Rodríguez Larreta a las puertas de la Jefatura de Gobierno.
Incluso puede
ocurrir que un segmento significativo de quienes votaron el domingo 5
a Lousteau, ante la perspectiva de que un remoto e hipotético
triunfo suyo dañe al opositor Frente Cambiemos en beneficio del
oficialismo nacional, modifique su voto para favorecer a Rodríguez
Larreta.
Paradojas del
destino, que se ensaña con los oportunistas: Lousteau depende del
voto del kirchnerismo, del cual ahora se confiesa ser enemigo
acérrimo, después de haber integrado entusiastamente, su staff
ministerial.
Por ello no es
extraño que dos activos y tardíos kirchneristas, María José
Lubertino y Aníbal Ibarra, salieran a apoyar, en las últimas horas,
al ex ministro de Economía.
Las elecciones
porteñas mostraron un nuevo método de votación, el de la boleta
electrónica. El resultado fue excelente: se vota rápido, con
simpleza, el escrutinio es veloz, y se evitan las trampas de las
formas tradicionales. Más poder a los ciudadanos y menos
clientelismo y corrupción: un anticipo del futuro que queremos.