Estos son algunos multimillonarios que decidieron no dejarle toda su fortuna a sus hijos

Bill Gates, Sting y Warren Buffett tienen algo en común y no se trata de sus abultadas cuentas bancarias. Todos ellos amazaron fortunas en su rubro pero no piensan dejárselas a sus hijos.
Sting reveló que la mayor parte de sus 300 millones de dólares no terminará en manos de sus seis hijos adultos. "Estoy seguro de no querer dejarles fideicomisos que sean una carga", declaró el músico a la prensa en junio. "Que trabajen. Todos mis hijos lo entienden y rara vez me piden algo; realmente aprecio y agradezco que sea así."
Por su parte, Philip Seymour Hoffman, que murió en febrero por una sobredosis de heroína, dejó indicaciones muy claras en su testamento: su hijo debía criarse en alguna gran ciudad norteamericana y "exponerse a la cultura, a las artes y la arquitectura" que ese entorno ofrece. En su testamento, el actor deliberadamente no les dejó a sus hijos sus 35 millones porque no quería que se convirtieran en "hijos del fideicomiso".
Ese castigo a los "hijos del fideicomiso" -chicos malcriados con más dinero que sentido común- es por temor a que hagan elecciones equivocadas o lleven vidas improductivas si cuentan con acceso a una enorme herencia.
Las familias acaudaladas siempre tuvieron este problema. Pero ese mismo drama ahora toca también, en menor escala, a los millones de hijos del baby boom, que en los próximos 30 años están condenados a dejar más de 30 billones de dólares, la mayor transferencia de bienes de la historia de Estados Unidos, según la firma consultora Accenture.
Lo que solía ser un problema familiar privado se convirtió en una discusión pública sobre la riqueza, los privilegios y la responsabilidad personal. ¿Quién se queda con el pozo? ¿Deberían ser los herederos? ¿O les irá mejor sin él?
Según se sabe, Bill y Melinda Gates dejarán 10 millones de dólares a cada uno de sus tres hijos; casi un vuelto, frente a su fortuna de 76.000 millones de dólares.
Los tres hijos de Buffett tienen cada uno un fideicomiso de 2000 millones, establecido por su papá. ¿Y el resto de su dinero? Para beneficencia, al igual que Gates y muchos otros megamillonarios que han comprometido sus fortunas para mejorar el mundo.
Como dijo Buffett con su célebre frase, la cantidad perfecta para dejarles a los hijos "es el dinero suficiente para que sientan que pueden hacer cualquier cosa, pero no tanto como para que no hagan nada".
"Tal vez sea el problema que más nos atormenta", dice un multimillonario que se hizo de abajo. El empresario y su mujer, que tienen cientos de millones de dólares, crecieron modestamente en familias de clase media y quisieron elaborar un plan financiero que tomara en cuenta el bienestar de sus hijos sin malcriarlos, en caso de que la pareja muriera de improviso.
"Nos horrorizaba lo que podía pasar si tomaban control de mucho dinero siendo muy jóvenes", dice.
Inspirándose en el ejemplo de Buffett, crearon un fondo para cada uno de sus hijos, actualmente en edad universitaria. Cada uno de ellos tiene 2,5 millones de dólares controlados por un albacea, quien sólo puede liberar dinero para educación, cuidado de la salud o el inicio de un negocio.
Esas restricciones siguen en pie hasta que cada hijo alcance los 40 años; después de eso, el dinero es de ellos para hacer lo que quieran.
El resto de los millones de la fortuna familiar irán a una fundación, que eventualmente será administrada por los hijos.
Jamie Johnson estuvo toda su vida entre los muy, muy ricos. En 2000, al cumplir 21 años, el heredero de Johnson & Johnson recibió una inmensa suma de dinero -algunos estiman que la cifra ronda los 600 millones de dólares- de un fideicomiso familiar. Cada uno de sus cinco hermanos y hermanas recibieron una cantidad igual, sin restricciones para su uso. Su documental de 2003, Born Rich (Nacido rico) es un estudio del dinero de su familia y de otros amigos superricos.
"Cuando la gente inmensamente rica dice que no les va a dejar el dinero a sus hijos, no suele ser cierto", dice Johnson. Aunque los hijos no tengan acceso inmediato al efectivo, tienen la mejor educación, las mejores casas, los mejores contactos y las mejores oportunidades. "Son todas cosas que sólo las familias ricas pueden hacer. Son formas diferentes de transferir la riqueza y las influencias."
Que sea bueno o malo que los "hijos del fideicomiso" tengan tanto dinero depende de la educación familiar que tuvieron los chicos, de sus personalidades y de qué tan bien saben lidiar con las presiones de una inmensa fortuna y el miedo a ser desheredados. Por cada chica festiva como Paris Hilton hay una Ivanka Trump, que se graduó en negocios en Wharton y aprovechó el dinero y la fama de su familia para hacerse una próspera carrera propia. Johnson usó su herencia en iniciarse como cineasta y para llevar, dentro de todo, una vida bastante normal en Nueva York.
Ocasionalmente, los padres ricos ponen estrictas condiciones de buena conducta y amenazan con desposeerlos. Se dice que Tori Spelling heredó apenas 800.000 dólares de los 600 millones de la fortuna de su padre. Las cuestiones de dinero son un problema recurrente entre ella y su madre, a cargo del control de los bienes. En una entrevista con The New York Times, este año, Candy Spelling explicó que su hija "hacía cerrar los negocios y se patinaba 50.000 o 60.000 dólares. Yo nunca hice algo así. Pero ella se volvió lisa y llanamente loca".