El alza del dólar amenaza con ser un dolor de cabeza global

El dólar ha estado galopando fuerte, y es probable que mantenga el ritmo. De hecho, podría tomar un mayor impulso a medida que la moneda estadounidense se aprecia. En algún punto, esto podría convertirse en un problema global.
Desde mediados de año, el dólar ha subido 12% sobre una base ponderada en función del comercio, es decir, su tasa de cambio en relación a otras divisas en proporción al comercio de Estados Unidos con aquellos países. Sin embargo, ese es apenas el último tramo de un avance que empezó en el cuarto trimestre de 2011 y que acumula un alza de cerca de 27%. La moneda está en su nivel más alto desde el primer semestre de 2006.
De todos modos, su valor ponderado en función del comercio sigue 5% por debajo del promedio registrado entre 1990 y las primeras señales de la crisis financiera a principios de 2007. Es más, se ubica alrededor de 30% por debajo de los máximos alcanzados en 2002.
Tampoco es una racha sin precedentes. Entre abril de 1995 y agosto de 1998, el dólar se apreció en un tercio y luego, durante los dos años después de enero de 2000, se disparó 20%. Todo esto sugiere que el dólar podría tener todavía un margen sustancial para seguir subiendo.
El principal motor que ha impulsado la divisa verde durante los últimos meses no ha dado señales de que desaparecerá pronto. Los mercados cambiarios están reaccionando a indicios de que la Reserva Federal de EE.UU. se alista a revertir su histórica política de crédito barato en el primer semestre de 2015.
En una entrevista la semana pasada, el vicepresidente de la Fed, Stanley Fischer, resaltó la determinación del banco central de normalizar la política monetaria, aunque la inflación siga baja y siempre y cuando el desempleo mantenga su trayectoria descendente. Hubo especulación de que evidencia de una debilidad económica global puede detener la decisión de la Fed, pero Fischer dijo que no se le daría mucha importancia a lo que esté pasando en otras partes. Esto tiene sentido dado que la economía de EE.UU. es relativamente cerrada.
En tanto, el debilitamiento del resto del mundo, especialmente la zona euro y Japón, significa que otros bancos centrales seguirán inyectando liquidez, lo que resultará en diferenciales de tasas de interés más amplios. Y esto hace que EE.UU. se vea cada vez más atractivo para los inversionistas extranjeros.
Pero también hay otros factores en juego. Los gobiernos aprendieron la lección durante la crisis asiática de los años 90. En ese entonces, los altos niveles de endeudamiento en moneda extranjera y los regímenes cambiarios fijos desataron una fuga de capitales cuando las economías de estos países se deterioraron. Desde entonces, han limitado su exposición a la deuda denominada en moneda extranjera y han permitido que sus monedas floten.
De todos modos, si bien estos gobiernos son prudentes, las empresas, los bancos y las entidades financieras en estos países no lo han sido. El Banco de Pagos Internacionales advirtió en el trimestre más reciente que las compañías de los mercados emergentes han asumido en los últimos años sustanciales deudas en dólares. El organismo está preocupado por el grado al cual el endeudamiento en dólares ha sido reempaquetado a otras entidades por bancos en la sombra con poca regulación. A medida que las monedas locales se hunden, el pago de estas deudas se vuelve cada vez más oneroso, mientras que un alza de las tasas de interés en EE.UU. encarecería su refinanciamiento.
Incluso cuando el endeudamiento se contrae de forma directa, como en el caso de los productores de materias primas, los problemas para pagar los préstamos probablemente seguirán debido a la caída de los commodities. Por lo tanto, aunque los gobiernos son más sólidos que en el pasado, sus grandes empresas no lo son. Conforme las compañías empiezan a tener problemas, los gobiernos sentirán presión para rescatarlas. Esto tensionará las finanzas públicas y podría causar una fuga de capitales, creando un círculo vicioso y ejerciendo aún más presión sobre el dólar.
Claro, los países con monedas que colapsen al final se beneficiarían de mejores términos comerciales. El alza de las exportaciones generaría luego la llegada de flujos de capital y estabilización. Pero hasta llegar allí, puede que ocurra mucha destrucción económica.

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