BOUDOU EN EL BANQUILLO DE LOS ACUSADOS Por Jorge R. Enríquez

Finalmente se produjo la declaración indagatoria de Amado Boudou. Ese acto procesal fue precedido de las actitudes más contradictorias e insólitas del vicepresidente. Este, desde que fue notificado de la citación a declarar, sostuvo primero que era lo que él había pedido y esperaba, porque le permitiría por fin demostrar su inocencia, a cuyos efectos pidió el adelantamiento de la declaración, para luego solicitar la nulidad de la indagatoria.
Todo ello, además, salpicado por constantes referencias peyorativas hacia el juez, tanto en declaraciones verbales en programas oficialistas como en twits tan extraños que uno se pregunta si realmente corresponden al vicepresidente de la Nación.
Para peor, tuvo el escaso tino de borrar posteriormente algunos de esos twits, lo que no hizo más que poner el foco público en ellos. Borrar twits, para que no lleguen a conocimiento de quienes hasta ese momento los leyeron, puede ser hecho por personas particulares con pocos seguidores, pero en el caso de un funcionario de la envergadura de Boudou - y justo en esta oportunidad - no hace más que lograr que el tiro salga por la culata.
Otro de los aspectos insostenibles de la conducta de Boudou es su afirmación de que no se le ha permitido hasta ahora decir la verdad, que hay todo un entramado judicial y mediático destinado a acallarlo y a ocultar la realidad.
Lo cierto es que este caso ya lleva mucho tiempo y que él  no se prestó más que a entrevistas complacientes en medios oficialistas, en las que no aportó ninguna precisión y solo se refugió en el expediente - cada vez más burdo - de una enorme conspiración orquestada por Héctor Magnetto y sus "esbirros".
La frutilla del postre fue su pretensión de filmar la audiencia y transmitirla por televisión. El juez denegó correctamente ese pedido, sin más fundamento que la cita del artículo pertinente del Código Procesal, que establece que en la indagatoria solo pueden estar presentes el juez, el fiscal, el imputado y los abogados defensores de este.
La indagatoria es parte de una primera etapa del proceso penal, que es la instrucción, es decir, la recolección de pruebas, y la reserva pude ser importante para que no se frustren algunas evidencias. Es recién en la etapa del juicio oral cuando hay efectivamente debate y las audiencias son públicas.
Pese al rechazo de ese planteo, Boudou insistió y llegó a la audiencia con cámaras y taquígrafos del Senado, que no pudieron ingresar. Una vez más, además del disparate de esa pretensión, Boudou quería usar fondos públicos con destino a una situación absolutamente personal.
También quiso montar un show mediático. Ya al salir de su lujosa residencia en Puerto Madero se bajó del auto para ofrecer un breve monólogo. A su llegada a Comodoro Py lo esperaban algunos militantes de La Cámpora, a los que saludó en su ingreso a ese edificio judicial como si fuera una estrella que llega a un gran teatro para una función de gala.
Pero esos militantes, llevados por algunos micros, se fueron yendo bastante rápidamente. Cuando, hacia la noche, Boudou salió del juzgado, ya no quedaba ninguno.
En el inicio de la audiencia, el vicepresidente quiso formularle algunas preguntas al juez. El doctor Ariel Lijo debió recordarle que ese encuentro no correspondía a un diálogo, sino que Boudou prestaba declaración indagatoria en calidad de imputado de cometer delitos. El sentido de su admonición fue claro: "Yo pregunto, usted contesta".
En su declaración, Boudou no se alejó de los carriles vagos y genéricos por los que habían transitado sus comentarios públicos. Negó, entre otras cosas, conocer a Alejandro Vanderbroele, el presidente de The Old Fund, que curiosamente le paga las expensas de uno de sus departamentos.
También intentó desviar el foco hacia el empresario Raúl  Moneta, quien había declarado que puso el dinero para el salvataje de Ciccone. Moneta está también citado a indagatoria, pero por su estado de salud le es imposible declarar.
También mencionó que debe investigarse a otros empresarios, sin dar referencias concretas.
Finalmente, sostuvo que todo había sido una maquinación de la familia Ciccone para seguir sacándole plata al Estado.
Otras indagatorias seguirán tomándose en los días venideros. Finalmente, el juez deberá determinar si procesa a los imputados, los sobresee o dicta la falta de mérito (que implica que a su juicio no hay aun pruebas suficientes).
Es muy improbable que un juez cite a prestar declaración indagatoria a una persona sin tener la convicción de que debe ser procesada. Si esa persona es el vicepresidente de la Nación, podemos afirmar que esa convicción es casi una certeza. Nunca en nuestra historia un vicepresidente había sido indagado.

Pero la Argentina es muy especial y nada puede pronosticarse con absoluta seguridad. Lo único cierto es que nuestro país vuelve a estar en las tapas de los diarios de todo el mundo, y una vez más por las malas razones.