Las tropas ucranias toman posiciones para recuperar las zonas rebeldes del este Los activistas prorrusos se hecen con el control de la carretera en las afueras de la localidad, segunda ciudad del este de Ucrania Un helicóptero militar ucranio ha sido derribado por las milicias prorrusas en Slaviansk, según el Ministerio de Defensa

Los militares ucranios toman posiciones en el este del país. Cuatro tanques con soldados de la guardia nacional ucrania han bloqueado este lunes la carretera de Kramatorsk a Slaviansk —100 kilómetros al norte de Donetsk— que está cortada a la altura de la localidad de Andreivska. Los militares impiden el paso de todos los vehículos porqué, aseguran, hay combates en los alrededores de la Kramatorsk, un núcleo industrial de 166.000 habitantes hasta el viernes bajo completo control prorruso y objetivo, tras Slaviansk, de la operación militar lanzada el viernes por el Gobierno de Kiev para abortar la revuelta prorrusa.
Un helicóptero militar de Ucrania ha sido derribado este lunes cerca de Slaviansk, informó el Ministerio de Defensa ucranio. El aparato, un Mi-24, fue atacado con una pesada ametralladora y se estrelló en un río, según las autoridades, que agregaron que la tripulación ha sido evacuada a un campo cercano, aunque no han dado detalles sobre su estado. El viernes pasado otros dos helicópteros ucranios fueron atacados por los milicianos prorrusos con misiles. y acabaron con la vida de los dos pilotos.
Los activistas prorrusos, sin embargo, siguen controlando el centro de la ciudad, segunda localidad del este de Ucrania. En la plaza mayor se ha celebrado este lunes una ceremonia civil y patriótica ante el féretro de una de las víctimas mortales de la ofensiva del Ejército del sábado. En el centro no hay ni rastro del Ejército ucranio, y los accesos están controlados por barricadas de activistas prorrusos. Ni siquiera en torno al aeropuerto de Kramatorsk, donde supuestamente se concentraron tropas de Kiev el sábado, hay presencia militar regular. La carretera que lleva desde el sur del país a Kramatorsk está bloqueada cada 100 metros por barreras o controles de los prorrusos; hay algunos camiones atravesados en la vía para reforzar las numerosas barricadas de neumáticos, algunos de ellos en llamas.
El incierto avance del Ejército en su ofensiva contra los bastiones “separatistas” —la denominación del Gobierno ucranio para los prorrusos— ha llevado el miedo hasta el corazón de la provincia, de 4,5 millones de habitantes y que genera un tercio de la producción industrial del país. Junto con las de Lugansk (noreste), y Járkov (noroeste), Donetsk ha convocado un referéndum de autodeterminación para el 11 de mayo tras el que el Gobierno de Kiev ve una más que plausible repetición de la anexión de Crimea por Moscú.
La eventual presencia de activistas de Pravy Sektor (Sector de Derechas, ultranacionalista) como apoyo de la ofensiva militar es un argumento manido en boca de los líderes de la rebelión prorrusa. “Slaviansk y Kramatorsk están bien defendidas por nuestros combatientes, pero nos preocupa la situación de Krasnotorka [al sur de Kramatorsk], donde se han infiltrado numerosos activistas del Sector de Derechas y desde donde esperamos provocaciones”, aseguraba ayer Kiril Rudenko, miembro del directorio de la República de Donetsk. Rudenko eludió pronunciarse sobre el teórico retroceso rebelde en el norte de la provincia.
Al igual que la sede de la Administración Provincial, otros edificios de Donetsk en manos rebeldes han redoblado en los últimos días la vigilancia. En la mañana del domingo pudieron verse en torno al Ayuntamiento columnas de milicianos al trote en un aparente entrenamiento militar. En el resto de inmuebles ocupados de la ciudad, la tensión era notoria. “Hemos recibido una instrucción militar limitada, entre una y tres semanas según las funciones, y no somos soldados profesionales, pero repeleremos cualquier agresión del Ejército”, aseguraba en la sede de la radiotelevisión provincial Yuri, portavoz improvisado de Oplot, el grupo que la ocupó hace casi una semana.
Decenas de milicianos en traje de campaña transitaban nerviosos por el patio, algunos de ellos armados. De los altavoces de la Administración Provincial no salían ya las habituales canciones patrióticas de la época soviética, sino las noticias de una emisora de información en ruso. Cientos de ciudadanos con la banda a rayas de San Jorge en la solapa —uno de los símbolos de los prorrusos, asociada a la II Guerra Mundial— rodeaban los accesos. “En el edificio están solo los hombres armados. Hemos limitado al máximo la presencia de voluntarios”, reconocía Rudenko.