Días atrás, antes de que hablara BofA Merrill, lo hizo el economista Juan Manuel Puente, profesor del Instituto de Estudios Superiores en Administración (IESA): “Hay 4 buenas razones técnicas, por citar las más importantes, que manifiestan que es inevitable el ajuste del tipo de cambio, aunque no sabemos cuándo ni cómo se hará”. Esos 4 pilares son: el alto tipo de cambio del mercado negro de dólares, el bajo nivel de reservas internacionales líquidas, el alto nivel de importaciones y el déficit público. Puente coincide con la mayoría de los expertos en que la devaluación paliará uno de los principales problemas de la economía venezolana: que en los últimos años el gobierno gasta mucho más de lo que ingresa. Sólo en el último lustro, la deuda pública casi se ha duplicado. Pero la salud de Hugo Chávez Frías impide una acción inmediata.
(Urgente24). En muchas cuestiones, la Argentina kirchnerista y la Venezuela chavista se parecen. Por eso a Venezuela, en la Argentina se le llama "el gran espejo".
Ambos países tienen enormes problemas de escasez cambiaria, de inflación enorme que le quita competitividad a su economía que, además, soporta la ausencia de reformas estructurales.
Venezuela y la Argentina tienen problemas de déficit fiscal y cepo cambiario. Venezuela un poco más, porque el deterioro comenzó antes, pero la Argentina sigue firme detrás. Por eso hay que observar qué está ocurriendo entre los bolivarianos, en medio de su crisis porque Hugo Chávez Frías no está y ni siquiera se conoce en qué condición se encuentra en La Habana, Cuba.
La Argentina, en cambio, sufrió la pérdida de Néstor Kirchner cuando ya era ex Presidente, y eso permitió postergar el inevitable deterioro que será tan intenso en 2013.
El Ministerio de Planificación y Finanzas de Venezuela ha sido renuente a tomar una medida cambiaria que contribuiría a disminuir las presiones sobre el tipo de cambio no oficial cuya cotización supera el 200% del oficial: o sea que la brecha cambiaria es de 200%.
En caso de querer bajar la cotización del dólar paralelo sin devaluar, el Ejecutivo tendría que desembolsar hasta US$ 5.400 millones por mes por no hacer el ajuste cambiario que equilibre la diferencia entre el incremento del gasto público y los ingresos en divisas por venta de petróleo, según un informe de Bank of America Merrill Lynch.
El estudio señala que las necesidades financieras de Venezuela son de US$ 65.000 millones en 2013 si no devalúa el bolívar. Esto indica que durante los primeros 15 días de enero de 2013 la nación 'perdió' US$ 2.700 millones.
El déficit fiscal se ubica en 16% del PBI, según la consultora Ecoanalitica.
La cifra debería publicarla el Banco Central de Venezuela o el Ministerio de Planificación y Finanzas pero dejó de hacerlo en 2011.
Pdvsa ha sostenido que, a causa de sus propias necesidades financieras, ya no puede seguir vendiendo las divisas generadas por las exportaciones de crudo al BCV al tipo de cambio oficial de 4,30 bolívares por dólar.
Si el déficit continúa en aumento, el Gobierno venezolano o Pdvsa tendrán que emitir bonos y los mercados pueden sentir resistencia ante la precaria situación de las finanzas públicas, advierten analistas.
Bank of America y Barclays Capital coinciden en que, de no tomarse ninguna medida, el déficit puede sobrepasar el 20%.
El Banco Central de Venezuela tiene preocupación porque las reservas operativas han descendido a niveles que cubren importaciones para 15 días.
El problema es que Hugo Chávez Frías está en Cuba, internado. Eso no le impediría a Nicolás Maduro Moros, el vicepresidente a cargo, devaluar, pero sí es cierto que habrá consecuencias con una medida semejante y se necesita mucho liderazgo para sobrellevar la situación que, en verdad, viene demorada desde antes de los comicios de 2012 pero no se concretó porque, precisamente, arriesgaba el triunfo de Chávez Frías.
En el diario El Nacional, de Caracas, Blanca Vera Azaf escribió acerca de un tema importante a tener en cuenta en cualquier devaluación, que es el perfil de la deuda pública:
"Un informe de Bank of America Merrill Lynch alertó la semana pasada sobre las necesidades de financiamiento de la República y aseguró que para 2013 se requieren US$ 65.000 para cumplir con los compromisos internos y externos de la nación. Este panorama fiscal, combinado con la decisión del Tribunal Supremo de Justicia de avalar la continuidad del Gobierno a pesar de la ausencia del presidente Hugo Chávez, genera reservas en los mercados internacionales; tantas, que la firma Moody"s advirtió que los bonos venezolanos podrían ser calificados como basura.
Buena parte de los ingresos actuales del país provienen del financiamiento externo y, al retrasar la devaluación de la moneda, se tendrá que emitir más deuda, señala Barclays Capital. El problema es que el peso de los egresos por este motivo representa para la nación actualmente un total de US$ 73.300 millones desde 2013 hasta 2038.
La incertidumbre política agrava la situación. "Reafirmamos que se debe tener cuidado con el riesgo crediticio venezolano, especialmente después de los recientes acontecimientos que han incrementado la vulnerabilidad política", advirtió la firma Jefferies en un informe.
El documento recomienda adquirir o conservar bonos que tengan un vencimiento a corto plazo, como los Pdvsa 2014 y 2017, pero no en grandes cantidades. Jefferies refiere en su informe, además, que la euforia por un posible "cambio de régimen" parece excesiva tomando en cuenta lo poco clara de la transición, desde el punto de vista legal, y quizás mucho más importante el riesgo de que ésta no signifique cambios políticos. La firma añade que las políticas económicas no parecen alejarse del status quo a mediano plazo.
Hasta la fecha Pdvsa ha emitido 17 papeles de distinta duración, entre los que se encuentra un papel Pdvsa 2017 con dos versiones diferentes. La petrolera estatal acumula una deuda externa por un total de US$ 27.500 millones, por los cuales tiene que cancelar US$ 1.650 millones en intereses.
El bono más costoso que ha tenido que lanzar la petrolera es el Pdvsa 2023, colocado en febrero de 2011 con un cupón de 12,75% para atraer suficientes compradores para US$ 1.000 millones que se emitió. En el caso de la República, hasta la fecha existen 19 emisiones distintas por un monto de US$ 39.500 millones.
El total que paga la nación en tasas de interés suma US$ 3.500 millones entre los años 2013 y 2038.
El bono más costoso que ha lanzado la República es el Global 2018, con un cupón de 13,65%, por US$ 1.000 millones, en febrero de 2003.
Barclays Capital señaló hace unos días que desde las elecciones del 7 de octubre de 2012, los bonos de Pdvsa se habían comportado "extremadamente bien" y aseguró que esto se debía al deterioro de la salud del presidente Hugo Chávez, lo cual daba pie a pensar en una transición política y en una mayor disposición de los mercados internacionales a tomar riesgo crediticio. (...)".
Pedro Palma escribió en la web Entorno Inteligente acerca de la devaluación propiamente dicha. Obsérvese qué semejante a lo que ocurre en la Argentina K:
"(...) si la devaluación de una moneda es tan impopular, ¿por qué insistir en ella?
La respuesta es que para mantener fijo o inalterado un tipo de cambio por períodos prolongados, tienen que darse una serie de condiciones que no están presentes en nuestra economía. Al ser la inflación interna muy superior a la foránea, los productos locales se encarecen más acentuadamente que en otros países, excepto el dólar, cuyo precio oficial se ha mantenido inalterado por largo tiempo.
De allí que resulte muy atractivo comprar divisas para importar, pues con ellas se pueden adquirir más productos fuera en comparación a lo que se puede comprar localmente con los bolívares que éstas cuestan; esto explica en buena medida por qué las importaciones han aumentado tan intensamente.
Adicionalmente, el aparato productivo interno ha perdido capacidad competitiva, pues los productos importados son cada vez más baratos en comparación con los locales, ya que la alta inflación interna hace que los costos de producción en bolívares aumenten considerablemente; pero al mantenerse inalterado el tipo de cambio, los costos en dólares también aumentan de forma apreciable, y mucho más intensamente que los de los productores en otras partes del mundo. Esto no sólo estimula las importaciones, sino que destruye el aparato productivo interno, pues al no poder competir con los bienes foráneos, los productores locales cierran sus plantas y se transforman en importadores de lo que antes producían, exacerbando así la dependencia de suministro externo y reduciendo las oportunidades de trabajo.
Otro factor presente en nuestra economía que compele a devaluar es el actual divorcio entre las tasas de cambio libre y oficiales.
Durante los últimos meses el precio de la divisa en el mercado negro se ha disparado, debido, por una parte, a la restricción de la oferta y, por la otra, al incremento desmedido de la demanda, estimulada por la incertidumbre política reinante, y por la abundancia de liquidez que hoy existe a raíz del crecimiento desmedido del gasto público. Eso ha hecho que la apetencia por dólares preferenciales no tenga límites, pues resulta un excelente negocio adquirir divisas subsidiadas y muy baratas para luego venderlas en el mercado negro a un precio substancialmente mayor.
Ello, además de alentar la corrupción, se ha traducido en restricciones cada vez más estrictas para el acceso a esas divisas, creando severos problemas a múltiples productores que no pueden importar los insumos que requieren, pudiéndose producir en el futuro inmediato problemas de desabastecimiento y de aumento de precios.
Adicionalmente, aquel diferencial de tasas, combinado con la incertidumbre cambiaria existente, genera presiones inflacionarias, ya que los precios tienden a establecerse en base a los costos esperados de reposición, pues aun cuando un productor esté produciendo con insumos importados con dólares preferenciales, no puede establecer sus precios basado en esos costos, pues no sabe si al momento de reponer sus insumos se verá obligado a comprar las divisas a precios muy superiores.
Adicionalmente, el ajuste de las tasas preferenciales contribuiría a mitigar el desequilibrio fiscal, pues le generaría mayores ingresos al fisco y diluiría la deuda pública interna. Como se ve, sobran razones para devaluar, entre otras cosas, para disminuir la enorme sobrevaluación de la moneda y para reducir la disparidad con la tasa libre, que tantos problemas genera.
Seguir posponiendo el ineludible ajuste cambiario es incrementar el problema que inevitablemente tendrá que afrontarse, pero con consecuencias cada vez más negativas y dolorosas. Es inútil pretender tapar el sol con un dedo."