CRISTINA: UNA ABOGADA NO TAN EXITOSA por Jorge R. Enríquez


Hemos iniciado un diciembre que será, sin dudas, intenso.
Y finalmente llegó el día 7, el mítico 7D, que el gobierno ha colocado como un mojón en nuestra historia. Tanta expectativa ha generado que,  o bien toma medidas muy drásticas, que profundizarían el malestar de vastos sectores de la ciudadanía, o se queda a mitad de camino, con el riesgo - para su propio interés - de ser  percibido como débil.
El gobierno había maliciosamente interpretado que ese día -a la medianoche, aclaró Martín Sabatella- vence el plazo de la "desinversión" ordenada por el artículo 161 de la ley de medios para aquellas empresas que tengan más licencias por áreas que las permitidas por esa norma. Es decir, que hasta ese día tales empresas - el plural es mentiroso porque sólo les importa el Grupo Clarín - debían presentar un "plan de adecuación.
A mi juicio y el de todos los juristas serios que han opinado al respecto, ese día, salvo que fuera prorrogada, lo que finalmente ocurrió, sólo vencía la medida cautelar que favorece al Grupo Clarín, con lo cual se iniciaría el plazo de un año de la ley de medios para la desinversión.
Pero, felizmente, todo esto ya entró en el pasado, porque como los frágiles  castillos de naipes, así se derrumbaron, por lo menos en esta instancia, los sueños totalitarios de querer controlar y domesticar todo. 
Pese a todas las presiones que debió soportar el Poder Judicial, la Cámara Civil y Comercial  prorrogó la medida cautelar que suspende la aplicación del artículo 161 de la Ley de Medios, el que consagra la llamada claúsula de desinversión, hasta que haya sentencia definitiva. Al mismo tiempo, rechazó la recusación de los camaristas impulsada por el Gobierno
Los jueces firmantes del fallo, María Susana Najurieta y Francisco de las Carreras que dictaron esa resolución merecen el reconocimiento público, no sólo porque obraron conforme a derecho, sino porque lo hicieron con singular coraje y con un hondo sentido institucional.
Según la sentencia la medida estará vigente hasta que se resuelva definitivamente la causa en la que el Grupo Clarín plantea la inconstitucionalidad de la ley. Ya no habrá, entonces, posibilidad alguna de agregar nuevas siglas alfanuméricas al calendario de la liturgia kirchnerista.
La arremetida del gobierno nacional contra la independencia de los jueces se había  intensificado en los últimos días, a medida que se acercaba el épico 7D, y se ejercía de un modo desembozado, sin siquiera guardar las formas más elementales. En ese marco, la recusación a toda la Cámara Federal Civil y Comercial y las declaraciones del ministro Julio Alak de franca amenaza a los magistrados que pudieran dictar fallos que obstruyan la epopeya imaginaria que tendría lugar este fin de semana, son la frutilla del postre de maniobras de todo tipo que ha venido ensayando el oficialismo para colonizar  definitivamente al Poder Judicial.
Hablar de “alzamiento” si no se falla como el kirchnerismo pretende, tal  como lo señaló Alak o que “la corporación judicial prepara un golpe institucional para romper la continuidad de la democracia en la Argentina”, como se pronunció el obsecuente diputado oficialista Carlos Kunkel es lisa y llanamente atentar contra el orden constitucional o, quizás, estar generando el campo propicio para el autogolpe o golpe desde el Estado que permita coronar el sueño de Cristina Eterna, tan largamente acariciado por la corte de esbirros y adulones del poder.
No pasarán, porque hay una ciudadanía hastiada de la mentira, la prepotencia y el autoritarismo, que volverá a manifestarse cada vez que sea necesario. En tal sentido, el fallo de la Cámara Federal Civil y Comercial es también una contribución a la paz social. La justicia independiente tiene el pleno respaldo de la sociedad.
La presidenta de la Nación es la responsable de llevar al país a extremos de tensión cuyo desenlace es incierto. La Argentina ha jugado con fuego muchas veces. Esperemos que la sensatez prime, se acate la resolución judicial y no aparezca algún trasnochado que se le ocurra recurrir a las vías de hecho porque el fallo no ha satisfecho sus caprichos.
La nube tóxica que ayer envolvió a Buenos Aires parece una ominosa metáfora del clima enrarecido al que nos han llevado quienes se resisten a vivir en una República.