Es su gran día ante el Congreso, donde acusa, insiste, se indigna: el viceministro argentino de Economía, Axel Kicillof, de 40 años, con patillas largas y cara de niño, es el hombre que saca el sueño a España, el cerebro de la expropiación de la empresa petrolera YPF.
"Estamos ante una decisión histórica", dice el militante de La Cámpora, el grupo de la juventud peronista de izquierda fundado por el difunto presidente Néstor Kirchner (2003-2007) a su llegada al poder. Kicillof habla durante casi dos horas sin parar.
A su alrededor, los viejos caudillos del peronismo, de traje y corbata, quienes en 1992 defendieron con uñas y dientes la privatización de YPF, en plena embestida neoliberal liderada por el presidente Carlos Menem (1989-1999), escuchan en silencio, convertidos a la nueva causa: la soberanía nacional.
"Hay una divergencia entre los objetivos cortoplacistas de esta compañía y los intereses del país", fustiga este economista que se define como keynesiano, a quien el todopoderoso secretario de Comercio, Guillermo Moreno, llama "el pibe".
Axel Kicillof, "Ax" para los amigos, se refiere a la española Repsol, que controlaba 57% de las acciones de la compañía, en cuya sede apareció a media jornada, sorprendiendo a los directores españoles, que abandonaron el edificio apresuradamente.
Bastó un "Decreto de Necesidad y Urgencia" (DNU) presidencial, para que este profesor de Economía con aires de estudiante, que habla inglés y francés y prefiere la camisa de cuello abierto en lugar de la corbata, se convirtiera en el número dos de YPF, mientras se aprueba el proyecto de ley de expropiación.
El autor de los libros "Fundamentos de la teoría general. Consecuencias teóricas de Lord Keynes" y "De Smith a Keynes: siete lecciones de historia del pensamiento económico", nombrado viceministro de Economía en diciembre, integra la nueva generación impulsada por la presidenta Cristina Kirchner luego de su reelección.
Fue antes representante de la minoría accionaria del Estado en el gigante siderúrgico argentino y multinacional Techint y luego número dos en la recuperada empresa Aerolíneas Argentinas.
"¿Me deja terminar?", lanza a un congresista opositor que osó cortarle la palabra. Kicillof se impacienta y aparta el micrófono con un gesto de contrariedad.
Este ex militante del grupo estudiantil TNT ("Tontos Pero No Tanto", que acostumbra llevar las mangas de su camisa sport abotonadas, detesta que lo interrumpan.
Continúa: "Me ha tocado como economista observar que a menudo los grupos transnacionales, cuando sus casas matrices tienen problemas financieros, usan las filiales en países donde les va bien para absorber dividendos a un ritmo mayor que el aconsejable para las necesidades del país".
Para apoyar sus argumentos usa algunos cuadros: "Repsol distribuyó 15.700 millones de dólares en dividendos entre 1999 y 2011", afirma. Mientras que "en la adquisición de YPF había gastado solamente 13.150 millones de dólares".
Luego la emprende contra el propio presidente de Repsol, Antoni Brufau: "Repsol bajó la producción de hidrocarburos porque Brufau nos pedía el precio internacional del petróleo o que lo dejáramos exportar más. No lo hicimos", se quejó.
"El que habla de excelente gestión, adeuda 9.000 millones de dólares", exclama. "A veces se disfraza la deuda con inversión. Brufau nos dijo que no tiene plata para invertir. ¿Dónde la habían puesto que no la tienen?", sostuvo.
Al mismo tiempo, desde Puerto Vallarta, México, el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, monta nuevamente en cólera. "Es una decisión negativa", afirma. "Tengo que mostrar mi profundo malestar por la decisión tomada por el gobierno argentino".
Ignorando las advertencias de Madrid, la presidenta argentina decidió el lunes expropiar parcialmente la compañía petrolera YPF, controlada al 57,4% por Repsol, de la que el Estado y las provincia argentinas poseerán ahora 51%.
Esta nacionalización provocó una crisis sin precedentes entre España y Argentina.
afp