LA SEMANA EN POCAS PALABRAS
La primera mitad del año cierra con señales de desaceleración en las mediciones privadas. Según el IGA de Ferreres, la economía se expandió un 5,7% interanual (a/a) en junio, manteniéndose constante con respecto a mayo (sin estacionalidad). De acuerdo a este indicador, el crecimiento fue menor al acumulado en el primer semestre (6,9%), y éste a su vez sensiblemente inferior al observado en 2010 (8,4%). Las mediciones oficiales, por su parte, hacen caso omiso a estas señales de moderación y acumulan un alza cercana al 9%, similar a la del año 2010, abriendo una brecha cada vez mayor con las estimaciones privadas.
En la paulatina desaceleración económica desempeña un rol clave la industria, afectada por las restricciones energéticas y la creciente competencia importada. De acuerdo al IPI de Ferreres, la producción manufacturera se contrajo en junio por segundo mes consecutivo, a la vez que el crecimiento interanual fue de 6,2%, casi 3 puntos inferior al acumulado en el semestre (9%). El IPI-FIEL, más pesimista todavía, capturó la menor suba del año en junio (2,3%), acumulando una expansión de 4,4% en lo que va del 2011.
En la misma línea que la industria, la construcción también presenta tasas de expansión más moderadas. De acuerdo al ISAC-INDEC, la construcción cayó en junio 4,4% con respecto a mayo, con una suba interanual del 8,7%, casi 2 puntos inferior a la acumulada en el año (10,5%). En este comportamiento, juega un rol clave la paulatina pérdida de impulso de la construcción privada de viviendas, la cual no logra ser compensada por la mayor obra vial y de infraestructura, mayormente pública.
En cuanto al comercio minorista, las ventas a través de los centros de compra (medidas a precios constantes) continúan expandiéndose, pero a un ritmo tres veces menor al del año pasado (6% vs 18% a/a), a la vez que las ventas en supermercados acumulan un alza que no logra superar el 2%. Dentro de ambos segmentos, los artículos para el hogar y de electrónica dejaron de liderar las ventas.
En este contexto, y a días de las elecciones primarias, el Gobierno abordó diferentes medidas de ingresos. En el marco de la Ley de movilidad jubilatoria, se anunció una suba de 16,8% en los haberes, efectiva a partir de septiembre. Esta suba, prevista automáticamente por la ley, se suma al alza de 17,3% otorgada en marzo, lo que implica un aumento anual del 37% para 5,7 millones de pasivos. Por otra parte, el Gobierno también tiene en carpeta un incremento en la Asignación Universal por Hijo (AUH), de $220 a $280 mensuales, a la vez que se descuenta la convocatoria formal al Consejo del Salario, para elevar el salario mínimo de $1.840 a $2.400, en línea con el alza salarial de 28% promedio de la economía.
En suma, estas medidas benefician a sectores con ingresos medios-bajos y una alta propensión a consumir, algo que (más allá de los réditos electorales buscados) apunta a compensar los efectos que la salida de capitales (compra de dólares) de los sectores de mayores ingresos empieza a tener sobre sus niveles de consumo. La recaudación tributaria, aunque se desacelera, todavía otorga cierto “grip” para encarar medidas de ingresos para intentar llegar con el consumo boyante a octubre.
La pregunta del millón es si medidas de este tipo serán suficientes para compensar la fuerte salida de capitales, que este año se acerca peligrosamente a los niveles del crítico 2008 (cuando quebró la barrera de los USD 20.000 millones), y un frente externo cada vez más complicado, ante un mundo que tambalea (para más detalles sobre la situación internacional, se recomienda una lectura del Informe Semanal n° 147).