Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

LA SEMANA EN POCAS PALABRAS

En una nueva semana corta, se dieron a conocer un cúmulo de datos económicos de diversa índole. Algunos vinieron a corroborar tendencias previas, mientras que otros mostraron un comportamiento que (a nuestro juicio) tendría algunos componentes transitorios.

En primer lugar, se conocieron los datos del PIB del INDEC, los cuales arrojaron un crecimiento económico de 9,2% en 2010, ligeramente mayor al anticipado por el EMAE semanas atrás (9,1%). Este fuerte crecimiento fue fruto de una aceleración del Producto en el cuarto trimestre, período en el que avanzó un 2,5% trimestral (9,2% a/a), dejando un “arrastre estadístico” para el 2011 de 3 puntos porcentuales.
Las estimaciones privadas coincidieron en señalar un elevado crecimiento durante 2010, aunque inferior al capturado por las estadísticas oficiales, manteniendo con éstas importantes diferencias de niveles. En particular, de acuerdo al IGA de Ferreres, la economía se habría expandido un 8,3% el año pasado, dejando un arrastre estadístico de 2 puntos porcentuales para 2011. Adicionalmente, el IGA se situó 4% por encima de sus valores de 2008, pico previo a la crisis internacional, mientras que el PIB-INDEC superó en 10% los niveles de aquel año.
Por el lado del gasto, siguió sobresaliendo el aporte del consumo, responsable de más de dos terceras partes del crecimiento del año pasado. Asimismo, arrastrada por este sólido avance del gasto de las familias, la inversión creció un 21% en el año (totalizando 24% del PIB en el cuarto trimestre), aunque todavía se observa una importante “subinversión”, aproximada por la diferencia de casi 5 puntos del PIB entre las tasas de ahorro e inversión doméstica.
Como es sabido, una parte no menor del aumento del consumo y la inversión viene siendo abastecida por productos importados, algo que se reflejó en los datos de la cuenta corriente del balance de pagos, cuyo superávit se redujo un 60% (-USD 7.500 millones) en 2010, totalizando sólo un 1% del PIB (había ascendido a 3,6% del Producto en el recesivo 2009 y a 2,2% en 2008). Además de la reducción de la balanza comercial, en la abrupta disminución del saldo de cuenta corriente operaron otros factores, tales como el alza en las remisiones al exterior de utilidades, dividendos e intereses, junto con la ausencia del ingreso de divisas generado por los DEGs repartidos por el FMI en 2009 entre los países miembros (algo que aquí significó una inyección de casi USD 2.700 millones).
En esta misma línea, en la semana también se conocieron los datos de comercio exterior de febrero 2011, los cuales volvieron a arrojar un crecimiento interanual de las importaciones (+39%) superior al de las exportaciones (+33%). En este contexto, aunque todavía no está en tela de juicio la solidez de las cuentas externas, el avance de las importaciones las torna crecientemente dependientes de los vaivenes (y el humor) de los flujos de capitales privados (léase, la fuga de dólares al colchón de los minoristas o una mayor dolarización del portfolio de los agentes institucionales). El vínculo entre la fuga de capitales y el nivel de actividad, será un dato no menor a tener en cuenta en el segundo semestre.
Por último, se publicaron los datos fiscales de febrero, según los cuales el resultado primario del mes totalizó $1.443 millones ($877 millones luego del pago de intereses de la deuda pública), descansando una vez más sobre las espaldas de la ANSES. El gasto primario mostró un crecimiento de sólo 24%, menor que en meses previos, aunque reflejo de una desaceleración transitoria de las transferencias corrientes y los gastos de capital, situación que tendería a revertirse a medida que avance el calendario electoral.