LA SEMANA EN POCAS PALABRAS
El fin de año amerita un balance de la economía en 2010. El retorno del crecimiento convivió con una aceleración inflacionaria notable -fundamentalmente motorizada por la suba del precio de los alimentos- y con relativamente poca creación de empleo en el sector privado. Esto parece haber frenado los avances en materia social en un año que, a priori, pintaba para generar más soluciones que problemas.
La economía crecerá este año entre 7% y 8%, según estimaciones privadas, y cerca de 9% según las cifras oficiales. Una cuarta parte de la expansión fue explicada por el rebote agrícola, la industria sumó 1 punto y ½, la construcción aportó ½ punto y el resto provino de los servicios. Aquí brillaron el comercio, los servicios financieros y el transporte.
La economía argentina es una fuente de enormes paradojas. Aunque bate récords de crecimiento, la percepción subjetiva y los datos objetivos señalan que esto se ha logrado acumulando problemas de pobreza, inflación, cuellos de botella en infraestructura, retroceso en sectores clave de la economía y pérdida de competitividad. En otras palabras, el crecimiento récord convive con un aumento de la incertidumbre y un achicamiento del horizonte de inversión.
El contraste con Latinoamérica es notable. Allí los números de crecimiento son menos exuberantes (6% en promedio) pero la estabilidad de precios y las mejoras en el frente fiscal y financiero están permitiendo achicar sustancialmente los niveles de riesgo y mejorar gradualmente los indicadores sociales.
En materia de precios, la comparación resulta bastante odiosa: en nuestro país la inflación supera el 25% y en la región promedia el 6%. La suba de los precios internacionales de los alimentos se combinó aquí con la escasez de carne y los precios de los alimentos registraron una suba cercana al 40%. Así, Argentina comparte el podio de inflación mundial junto a Venezuela, Zaire, Guinea, Sierra Leona y otras economías del áfrica subsahariana.
La aceleración inflacionaria impidió una reducción de la pobreza a pesar de los nuevos planes sociales. Según nuestras estimaciones, la tasa de pobreza permanece estable desde 2007 en torno al 24%, a pesar del crecimiento económico y la implementación de la Asignación Universal por Hijo. Los nuevos planes habrían servido para compensar la licuación de ingresos por inflación pero, al menos hasta el primer semestre, fueron insuficientes para producir un quiebre en los indicadores sociales.
La marca registrada de 2010 fue la abundancia de dólares. Esto se debe tanto a una recuperación global que está siendo liderada por países emergentes con crecientes demandas de materias primas, como al crecimiento de Brasil (6% en 2010) y a las bajas tasas de interés globales. Así, el aumento de las exportaciones permitió que el balance comercial trepara a USD 12.000 millones a pesar del fuerte crecimiento de las importaciones y la apreciación cambiaria, a la vez que menguó la fuga de capitales. La compra de reservas del Banco Central rondará los USD 11.000 millones este año.
El 2011 deberá lidiar con una economía con importantes desafíos en el campo macroeconómico y enormes asignaturas pendientes en materia de desarrollo económico. En lo macro, se recibirá una economía con bajo desempleo pero con presiones inflacionarias crecientes. En el campo del desarrollo, se recibirá una economía que -aún en tiempos de crecimiento y cercana al pleno empleo- registra todavía altos niveles de pobreza, desigualdad e informalidad laboral.
Pero conviene reiterarlo, aunque parezca un cliché: con el mundo acompañando como pocas veces en la historia, Argentina conserva intactas sus oportunidades, sobre todo si se persevera en los aciertos y se corrigen los errores, para la construcción de una nueva institucionalidad que modere la incertidumbre que hoy invade el horizonte.