“Alternativas de inversión en América latina y en Argentina”



Daniel Marx – Ex Subsecretario de Finanzas de la Nación

En los Estados Unidos preocupa la inflación, la política monetaria de USA indujo a la baja de las tasas de interés globales. Mientras el dólar representa aún más del 60% de la moneda de reserva del mundo. Tampoco el euro está visto como muy confiable, mientras Estados Unidos intenta, sin éxito, que China aprecie su moneda.

Las commodities reaccionan frente a la debilidad del dólar y aparecen hoy como un refugio para los inversores.

En los países emergentes, inflación y crecimiento promedio son mayores. Y la tasa de interés acompaña a la inflación, lo que convierte a estos países en polo de atracción. El dilema, entonces, es cómo administrar esos flujos de capital.

La inversión extranjera directa encuentra a la Argentina mal posicionada, con US$ 3.000 millones, contra US$ 11.000 millones en Chile, US$ 6.500 millones en Perú, US$ 9.000 millones en Colombia y US$ 30.000 millones en Brasil.

En la Argentina –que hoy exporta por US$ 70.000 millones, falta inversión para ampliar la capacidad instalada. Y debe resolverse aún el problema energético, ya que estamos consumiendo nuestras reservas.

José Siaba Serrate – Periodista Financiero

Las tasas de recuperación de la economía internacional son muy desiguales. Hay una crisis persistente en las economías avanzadas –situación que contradice lo ocurrido en los últimos cuarenta años.

La recuperación es magra, muy vulnerable, y aquellas medidas de apoyo que se creyó transitorias –una suerte de muletas para seguir andando- hoy no pueden quitarse. Los activos tóxicos en los Estados Unidos no han desaparecido, siguen estando ahí.

Sin embargo, se han producido menos defaults de los que cabía esperar en los Estados Unidos. Y es que las empresas han ajustado sus costos de producción.

La crisis en Europa, en cambio, va para largo. Hay una tremenda inestabilidad, a diferencia de lo sucedido, bajo similares condiciones, en los Estados Unidos e incluso en Japón y hasta en Gran Bretaña.

Hay preocupación, además de por los efectos económicos, por los efectos políticos de la crisis y su impacto sobre la sociedad. Cabe recordar lo sucedido en la Argentina, donde la crisis de la convertibilidad, en 2001, cambió los paradigmas que hasta entonces habían contado con el apoyo mayoritario de la sociedad.

Quedó demostrado, además, que las condiciones de seguridad jurídica e institucional no protegen de las crisis, que pueden suceder incluso bajo esos parámetros.

Las economías emergentes fueron inmunes a la crisis, tal vez porque la habían sufrido antes que el mundo desarrollado.

Hoy crecen a un ritmo muy alto y sería conveniente “pisar el freno”, para evitar desbordes inflacionarios.

La llamada “guerra de las divisas” no pasa de ser un episodio algo inflado. Claro que los países avanzados intentarán pasar la factura de su crisis a los emergentes. Habrá que manejar esas relaciones entre países con sumo cuidado.

En tal sentido, el G 20 ha sido muy exitoso en impedir el crecimiento de las tensiones.

Con el QE2, Estados Unidos intenta evitar la “trampa japonesa”, esto es, evitar toda probabilidad de deflación, atenuando -con la compra de US$ 600.000 en bonos públicos- la pérdida de tracción de la recuperación.

La inflación en USA es de 0,5%, la más baja de los últimos cincuenta años. Se pretende que sea del 2%, porcentaje que sería demasiado bajo para el resto del mundo.

Y también preocupa el desempleo: de siete millones se pasó a más del doble, 14,8 millones de desempleados.

Como cabía esperar en un proceso de desapalancamiento, el crédito bancario cayó 25% en los Estados Unidos.

Con estos datos tiene sentido que el 70% de la población norteamericana no crea que la recesión haya terminado.

En Europa, el esfuerzo de rescate de los países más amenazados está fracasando.

La deuda pública de los países desarrollados crece espectacularmente: ya es el doble en los Estados Unidos y supera el 100% del PBI en Europa, en tanto Japón ve crecer su deuda a más de dos veces el equivalente de su PBI.

Europa rema contra la corriente en su intento de ajuste de los déficit públicos. Al comienzo se pretendió circunscribir el problema a Grecia, a su “mala conducta”, transformándola en chivo expiatorio.

La realidad es que las asimetrías entre países de la CEE son muy importantes, si bien el euro “flota”, a diferencia de la rigidez que en Argentina implicaba el “uno a uno” de la convertibilidad.

Pero Europa no ha hecho nada por fortalecer su sistema financiero. Y hoy, si reestructurara su deuda, ese sistema saltaría por el aire.

Entre rescate y rescate, se deteriora el estatus de Alemania.

Ángela Merkel dijo que “debe restablecerse la primacía de la política por sobre la lógica de los mercados”, un razonamiento peligrosamente parecido al que rigió siempre en la Argentina.

En los países desarrollados la deuda va a crecer enormemente, y va a reducirse en las economías emergentes, en la medida en que se siga creciendo.

Esto lleva a un proceso de redistribución muy profunda de la capacidad de hacer negocios.

Carlos García – Director de DLJ South American Partners

Se abre una enorme oportunidad para las private equities –inversión de capital en compañías cerradas, que no tienen cotización bursátil.

En esos paquetes, una compañía puede ser buen o mal negocio: lo que importa es la performance del portafolio.

Las private equities ya representan 70% de la tasa de crecimiento global.

Vale recordar que el PBI conjunto de Argentina, Chile, Brasil, Colombia y Perú equivale hoy al PBI de Alemania, en tanto la población de esos cinco países latinoamericanos equivale a la de los Estados Unidos.

También, y no es un dato menor, se está produciendo un cambio demográfico. En Brasil, por ejemplo, en los últimos seis años unas 40 millones de personas salieron de la pobreza.

Mientras tanto, sin embargo, las estadísticas no están mostrando compromisos de inversión en América latina: apenas estamos a mitad de lo alcanzado en 2007, previo a la crisis. Y los equities son aún inexistentes.

Por el tamaño de sus transacciones, nuestra región es hoy más atractiva que Asia.

En tanto los mercados bursátiles están aquí muy concentrados. En Argentina, diez compañías concentran 74% del mercado bursátil. En Brasil, el porcentaje es del 54,6%, en Chile es del 40,7% y en los Estados Unidos es del 13%.

En todos los casos latinoamericanos, energía y bancos concentran los mercados, en los últimos cinco años, América latina ha demostrado una fenomenal capacidad de generar retornos, por encima de cualquier otra región del mundo.

Algo de lo que se dijo en el Seminario CIIA

En Europa están mejor pertrechados para luchar contra la inflación que contra la amenaza real a su economía: la deflación, y van a tomar decisiones “como saben hacerlo: tarde y mal”.

Tampoco es previsible que echen por la borda el esfuerzo de integración, que busca restañar heridas de las guerras y las divisiones.

Que se fraccione el euro –algo que es visto como probable- no es inevitable.

La decisión, de los Estados Unidos, de comprar bonos por 600.000 millones de dólares es muy acertada. Independientemente de los resultados –nadie los tiene garantizados-, es lo mejor que pudo hacerse.

No es el caso de Europa, donde la decisión de promover ajustes en la zona –en vez de instalar una suerte de “cordón sanitario” para evitar la propagación de la crisis griega- es muy desacertada.

Los exámenes tomados a los cursantes de los cursos CIIA –dictados en Buenos Aires por el IAEF- han sido destacados por la organización internacional por su brillo y ejemplaridad. Un motivo de legítimo orgullo para el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas.